Con una diminuta cartera cuyo tamaño extendido no supera la palma de su mano y dentro de ella, perfectamente clasificados por denominaciones de menor a mayor y formando un rollo, María con sus casi 60 años, lleva los billetes que componen el presupuesto semanal para comprar los víveres de su casa.
Mientras finalizaba mi recuperación del COVID-19 en un hospital, fungiendo como enfermero de cabecera al cuidado de mis afectos, quienes, por la cercanía y su terquedad, también se infectaron de esta dura enfermedad, por mi cabeza pasaban sucesiones de pensamientos catastróficos y apocalípticos de todo tipo. No dejaba de pensar en la muerte, las vacunas, los movimientos anti-vacunas, el poder, las jugadas de la política nacional y los movimientos de la geopolítica en la frontera entre Europa y Rusia. En conclusión, pensaba en como las decisiones correctas o incorrectas podría ocasionar la muerte de una persona, una pandemia o una guerra nuclear.
(Ver: LA PESTE ECONÓMICA DE COLOMBIA DURANTE EL 2020)
En la semana que termina, el alcalde de Medellín; Daniel Quintero, recibió todo tipo rechazos por parte de la sociedad civil medellinense, quienes expresaron su descontento por lo forma que el burgomaestre se refirió; en una entrevista en la revista semana, hacia las empresas del llamado Grupo Empresarial Antioqueño – Grupo Sura, Grupo Nutresa y Grupo Argos.
¿Pero qué dijo el Alcalde? Aquí no responderemos a esa pregunta, pues eso está muy molido por los medios nacionales y no pretendo ser un loro replicador; lo que sí es un hecho político, es que esa entrevista, ha dejado en la ciudad un ambiente “Pro-revocatoria”, por la retórica antiempresarial, con tinte izquierdista que el alcalde, seguramente sin proponérselo, mostró en la mencionada entrevista.
Después de escribir
la última columna, la cuál de paso invito a leer, sentí que quedó faltando una
explicación a los lectores del porqué el año 2022 será; para Colombia como
país, el año del Encanto, y no precisamente por la película de Disney.
Imagínese la “tortura” que fue tener durante toda la semana ese pensamiento
recurrente, esa deuda conceptual con los lectores. Sin embargo, esperando ser
perdonado por esa falta de “sazón” literaria o lingüística si se quiere, me
propongo a exponerles algunas razones que tengo para darle al año del tigre semejante
calificativo: ¡El año del encanto!
(Ver: EL 2021 FUE EL AÑO DE LA ESPERANZA, MIENTRAS QUE EL 2022 SERÁ EL AÑO DEL ENCANTO)
Sin lugar a dudas, sobre todo en lo que corresponde a la pandemia de la COVID-19, el año 2021 fue el año de la esperanza. Y lo fue porque desde el 18 de febrero se empezó con el Plan Nacional de Vacunación, cuando Verónica Machado, una enfermera del Hospital Universitario de Sincelejo, recibió la primera dosis de la vacuna en el país; después de ella, se han aplicado cerca de 61 millones de dosis en todo Colombia, y aunque la pandemia está lejos da acabar y más cerca de volverse endémica, empezar con la vacunación de la población de un país como el nuestro es ya una luz al final de este oscuro túnel.
(Ver: ¡FELIZ AÑO Y PRÓSPERO 2021! )
(Ver: LA PESTE ECONÓMICA DE COLOMBIA DURANTE EL 2020 )
