domingo, 23 de enero de 2022

EL HIJO DE CAÍN


EL HIJO DE CAÍN
Mauricio Leal era un estilista bogotano quién se caracterizaba por prestar sus servicios a gran parte de los famosos del jet set nacional. A sus 47 años y el típico carisma de quién en sí mismo se mueve entre lo masculino y lo femenino, con su figura menuda, su piel blanca y su cabello rubio recién adquirido, siempre fue apreciado por sus clientes quienes lo consideraron un buen amigo. Su familia, entre los que estaban su hermano Jhonier, su madre y sus sobrinos, siempre lo vieron como una persona que no entraba en reparos, cuando se trataba de compartir parte de lo que tenía con las personas de sus afectos. Siempre trabajó junto a Jhonier para intentar; qué por algún sortilegio del destino, su éxito también cobijara a su hermano mayor, aunque en la realidad nunca pasó.

Jhonier por su parte, se caracterizaba por ser una persona más cerrada y callada, poco carismática; no era muy exitoso en los negocios y en su intimidad, sentía celos de Mauricio, celos, porque este, además de ser el predilecto de mamá, era mucho más famoso y adinerado que él. Jhonier, siempre vio en Mauricio, no a un hermano, no; vio a un competidor y en el mundo de los negocios, a la competencia se le elimina. Pero no quería hacerlo de cualquier manera, quería hacerlo a lo grande, quería un show, quería un salto a la fama, aunque para ello tuviera qué matar.

(Ver: SÓTANOS DEL INFIERNO)

El 22 de noviembre fue el día que Jhonier Leal cobró venganza en contra de su hermano menor, por haberle robado lo qué había sido de él desde hacía mucho tiempo: el amor de su madre; y en contra de su madre; por haberlo despreciado y haber preferido al renacuajo invasor de su hermano menor.

Esa noche, como todo un jinete del apocalipsis el día del Armagedón, Jhonier entró a su casa en el sigilo propio de quién está manchado por la culpa que genera la decisión consciente de pecar; oteó abriendo ligeramente la puerta del cuarto de su madre, o “la vieja esa” como prefirió empezar a llamarla para que el peso del delito que cometería no lo atormentara. Observó que estaba dormida y como todo un ángel de la muerte, con su mano izquierda tomó una almohada y; con la violencia propia del asesino, la apretó contra la cara de la dormida mientras que con su mano hábil le blandía sendas puñaladas en el abdomen y tórax con un carnicero que había tomado minutos antes de la cocina.

Con la sangre de su madre escurriéndole por las manos y el bufido propio de un enviado de belcebú después de haber saldado la deuda que para él existía, intentó lavárselas en el baño principal creyendo que las culpas se lavan con agua. Todo lo hacía con el menor ruido posible, no era necesario que  el usurpador del amor de mamá, el exitoso lavaperros se despertara, pues la tarea con él era mucho más larga.

Con menos sangre en sus manos, aun temblando, porque la adrenalina estaba en su punto más alto y reconociendo que su misión no solo era cobrarse una deuda por falta de amor, pues al final en el mundo de la belleza y los ángeles caídos los lujos no se compran con amor. Esa noche tendría que asegurarse que todos los bienes, el dinero en bancos y las propiedades de su hermano menor deberían ser transferidos a su propiedad. Convendría que todo pareciera un suicidio, el plan iba por la mitad, solo faltaba el resto, porque los sellos del juicio final ya estaban rotos.

Este hijo de Caín, este Azreal, se dirige hacia la habitación de Mauricio, lo despierta con violencia y lo amenaza con el mismo cuchillo que minutos antes había matado a su madre, lo seda para que este, el menor de los dos, el niño de mami, pueda entre el susto y las ensoñaciones de los sedantes, escribir una burda carta simulando su suicidio y en la que expresamente dice: “le dejo todo a mi hermano y a mis sobrinos”.

Cuando la carta estuvo aceptablemente terminada, Jhonier, lo lleva a su habitación para continuar con su carnicería. Fue tal la violencia ejercida que el cuchillo se partió y quedó dentro de la humanidad de Mauricio, y en el desespero por terminar de cobrar su deuda, busca un segundo acero el cuál hundió un par de veces más hasta dejar a su hermano agonizando.

Hoy después de casi dos meses de lo ocurrido, múltiples pruebas científicas y con el material probatorio suficiente, la fiscalía general logra poner tras las rejas a Jhonier Leal por el delito de asesinato contra Mauricio Leal, su hermano menor y en contra Marta Hernandez, su madre.

(Ver: MAGNICIDIO COLOMBIA)

Es de resaltar como la fiscalía, mediante un trabajo científico y coherente logra aclarar este caso en un tiempo record, sin embargo, la ciudadanía manifiesta su descontento por los múltiples casos, anónimos en la fama, que siguen impunes y para las cuales la justicia, ni ha llegado, y no existe esperanza de que llegará.

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Nota del Editor:

Los hechos narrados aquí son adaptaciones de apartes noticiosos con fines literarios, en ningún caso, obedecen a la situación real de los hechos.

1 comentario:

  1. Excelente combinación, entre literatura y crónica, me gusta su punto de vista y narrativa, se despiertan emociones al leer, definitivamente no estamos lejos. “Mateo 10:21Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y les causarán la muerte.” Felicitaciones, y gracias por compartir.

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