Mientras finalizaba mi recuperación del COVID-19 en un hospital, fungiendo como enfermero de cabecera al cuidado de mis afectos, quienes, por la cercanía y su terquedad, también se infectaron de esta dura enfermedad, por mi cabeza pasaban sucesiones de pensamientos catastróficos y apocalípticos de todo tipo. No dejaba de pensar en la muerte, las vacunas, los movimientos anti-vacunas, el poder, las jugadas de la política nacional y los movimientos de la geopolítica en la frontera entre Europa y Rusia. En conclusión, pensaba en como las decisiones correctas o incorrectas podría ocasionar la muerte de una persona, una pandemia o una guerra nuclear.
(Ver: LA PESTE ECONÓMICA DE COLOMBIA DURANTE EL 2020)
En ese momento escuchaba las noticias de como Rusia desplegaba sus tropas en la frontera con Ucrania, aunque desde el 2014 se apoderó de la península de Crimea, en una jugada geopolítica que le evitaría al Kremlin pagar cerca de 2000 millones de dólares anuales a Ucrania, por dos conceptos: Por una lado, el paso del gasoducto de Sebastopol que suministra el gas natural a Alemania y de allí al resto de Europa y por otro lado, el pago por instalar una base naval en el mar negro en territorio Ucraniano.
Por su parte EEUU y en general la OTAN, han mencionado su interés en permitir ingresar a Ucrania a este club militar compuesto por las potencias mundiales. ¿Esto qué significa? En palabras castizas, si un país A miembro de la OTAN, es atacado por un país B, automáticamente, el país B se convierte en enemigo de todos los países que hacen parte de la OTAN. ¡Tal como lo hacen las pandillas! Volviendo a la cuestión, si Ucrania ingresa a la OTAN, Rusia siente como en su propia frontera podría tener bases militares de este organismo multilateral, viendo esto como una amenaza militar jamás vista desde el final de la guerra fría que estaría limitando los planes de expansión geopolítica de Moscú. La decisión, tanto del lado de la OTAN, como del lado ruso, no es fácil. Son decisiones de una persona que pueden tener impacto en la vida de millones.
(Ver: ¿EXISTE ALGUNA RELACIÓN ENTRE LA FILOSOFÍA Y LA ECONOMÍA?)
Padecer el COVID, hace que uno se vuelva reflexivo, y mientras intentaba hacer todo por el cuidado sanitario de mi afecto quién se encontraba en la cama de un hospital peleando contra este extraño virus a pesar de tener el esquema de vacunación completo, no dejaba de pensar en lo agresivo de este y las batallas tan duras de quienes perdieron su vida en una UCI sin haber tenido la oportunidad de una vacuna. Pensaba en cómo podrían existir famosos (no quiero dar nombres propios) quienes se declaran “Antivacunas COVID”, pero parte de sus fortunas la invierten en laboratorios que las estudian y las procesan. Para mí, más allá de la doble moral de cualquier famoso, desde el inicio de la pandemia, la decisión era clara: ¡Yo me vacuno, pues yo le creo a la ciencia! Es más, no importa el laboratorio, siempre mi decisión fue vacunarme con la vacuna que sea sin importar la casa fabricante. ¡Cualquier vacuna, es mejor que ninguna!
El tiempo de espera me sirvió para reflexionar en la política Nacional; pensé en que este año son las elecciones para el congreso y la presidencia, y el país tendrá que decidir a quienes gobiernen la nación. El colombiano deberá elegir si quiere un gobierno de corte derechista como el actual o si prefiere darle paso a una nueva forma de gobernar o tal vez a la misma forma de gobernanza clientelista, populista y demagoga, pero con un manejo diferente de la macroeconomía colombiana. La escogencia no es fácil, pues en materia económica, aunque Colombia no está bien, si ha tenido un manejo equilibrado de las finanzas públicas a lo largo del tiempo y durante casi 20 años de gobiernos de derecha, en los que se ha privilegiado el crecimiento económico de largo plazo apalancado en el capital privado y la inversión extranjera, en lugar de incentivar el exceso de prebendas y subvenciones a los pobres basado en la persecución a los ricos.
(Ver: POLARIZACIÓN POLÍTICA)
(Ver: DESARRAIGO)
Las decisiones, están ahí, algunas tomadas por nosotros, otras por los líderes; pero lo cierto es que, en esta sociedad globalizada, las grandes escogencias, tienen un impacto universal. Lo importante es ser conscientes de que se tienen que tomar, pero, además, elegir la correcta.
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Y es ahí, en esos momentos, donde debe aparecer nuestra firmeza de carácter y tomar decisiones, correctas para nuestra familia, trabajo, y gente cercana, basándonos en la realidad que todos estamos atravesando, necesitamos más paz, más amor, más esperanzas de vida. Sigue escribiendo.
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