Con la tormenta
mental de no saber qué día es y la zoncera del sol cenital, Ronald Velázquez
recorre alguna carretera colombiana que le permita llegar al sur. Tiene 26 años
de edad; y dos pequeños retoños que dejó en su natal Apure al cuidado de sus
padres y algunos de sus hermanos. No camina solo, va en compañía de otros
paisanos que se le han juntado durante la travesía.
El marasmo de su
cuerpo es evidente, está cansado, se le nota en la cara. Lleva puesto un
pantalón corto a la rodilla, tiene una chompa con mangas largas que le cubre
desde el cuello hasta la cintura, usa chanclas para hacer más cómodo su caminar
y lleva puesta una gorra chavista, de esas que tienen los tres colores y
distribuidas de manera uniforme las estrellas de la bandera venezolana; no la
suelta ni para dormir, es como un amuleto que le recuerda su origen.
Ronald sabe que va
para el sur, aunque no sepa exactamente en qué lugar se encuentra en
este momento. En la espala carga un morral, mientras con una mano arrastra una
desvencijada maleta con las pocas cosas materiales que lleva. Quiere llegar al
Ecuador.
Como Ronald, hay casi
6 millones de migrantes que han salido de Venezuela por la crisis que afecta a
su país y cerca de la tercera parte encontraron en Colombia algún tipo de
refugio; pero infortunadamente, de acuerdo con las cifras de migración
Colombia, casi el 50% de los que se quedaron no cuentan con un estatus
migratorio regularizado.
En una jugada
política bastante inteligente, aprovechando la visita del alto comisionado de
las Naciones Unidas para los refugiados, Filippo Grandi, el presidente de
Colombia Iván Duque, anunció que creará un estatuto de protección temporal que
permita hacer un proceso de regularización de los migrantes venezolanos.
Es decir, ahora los
venezolanos sin documentos, ni credenciales en Colombia tendrán la posibilidad
de entrar en este régimen de protección durante un lapso de 10 años hasta que
formalicen su situación si su decisión es quedarse.
La jugada es
brillante, porque al tiempo de darle visibilidad internacional a las víctimas
del Castrochavismo, desarma los argumentos que algunos políticos de oposición
expusieron para criticarlo; pues durante la pandemia, el presidente Duque
generó controversia cuando dijo que los venezolanos que no acrediten
nacionalidad colombiana, y que no tengan regularizada su situación migratoria,
no serían vacunados contra el COVID.
El presidente Duque
se ha caracterizado porque su forma de gobernar es bastante conservadora y
busca siempre el movimiento más seguro; con este anuncio, realizó una apuesta
temeraria, con un elevado costo político, en un momento en el que hay más
antipatía ─o talvez xenofobia ─ hacia la migración venezolana; pues hay quienes
creen que el desempleo ha aumentado en el país debido a que casi todos los
venezolanos trabajan informalmente.
De las cosas buenas
que trae la globalización, es que endilga a los humanos, obligaciones morales
hacia los demás; de tal manera, que quienes rehúyen a esta responsabilidad, se
muestran racistas y con alto nivel de egoísmo.
Reconociendo esa
responsabilidad moral, la mejor acción que se debe acometer en el país, es
legalizar, regularizar la inmigración y tratar con ella sin rodeos, con el fin
de evitar que se cree el germen perfecto para el tráfico de personas, la
informalidad laboral y los niños apátridas. Es decir, que los venezolanos estén
regularizados, legalizados y que hagan parte del sistema hace que la nueva
estructura social funcione mejor.
Si la migración no se
controla, el problema social se convertirá también en un problema económico:
habrá más informalidad laboral, el desempleo aumentará y; muy probablemente,
habrá un aumento en la criminalidad, pues los venezolanos ilegales; al no
encontrar trabajo formal ni posibilidades económicas, pueden ser reclutados e
instrumentalizados por organizaciones delictivas para convertirlos en “carne de
cañón”.
El proceso de
adaptación y aceptación por parte de nosotros los colombianos no será fácil,
sin embargo, ha quedado claro que somos un país noble y seguramente
terminaremos por aceptar este proceso migratorio con la humanidad que nos
caracteriza. Será cuestión de tiempo para que la decisión política del
presidente Duque empiece a mostrar los resultados los resultado políticos y
también económicos que se esperan.
Entre tanto, Ronald y
sus paisanos; en una alegoría a la travesía del Pisba realizada el venezolano
padre de la patria, se comerán con sus pasos las montañas de nuestro país, dejando
en evidencia que el socialismo lo único que trae es hambre, miseria y un gran
desarraigo.
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Migración, una palabra que denota movimiento y cambio de lugar, viajamos para cambiar, a veces obligados otras por placer. Atravesando fronteras.
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