domingo, 7 de enero de 2024

RELACIONES GASEOSAS

RELACIONES GASEOSAS - BLOG DE PABLO MESA

En la última semana del año, mi mejor amigo empezó un proceso de desapego de su novia, porque ella decidió terminar la relación. Ellos tenían la fea costumbre de cortar y volver quincenalmente, pero en esta oportunidad fue diferente; ella, en medio de una discusión, de manera definitiva le dijo: “Se me acabó el amor por vos y en un día”. Ante semejante sentencia, mi amigo entendió que esta vez fue definitiva y no había vuelta atrás. Sí, ella, que tanto amor le profesaba, lo dejó de tajo.

En esta oportunidad como en otras, tal como lo debe hacer un buen amigo, yo me dediqué a escucharlo sin interrumpirlo, pero mi conclusión es que esto no fue en un solo día. Pienso que ella, hace mucho tiempo estaba lejos.

(Ver también: APOLOGÍA DE LA MUJER)

Mientras lo escuchaba, pensaba en silencio que el enamorado siempre está incompleto, le falta algo que busca de manera infructuosa y desesperada en el otro, y que muchas veces no lo encuentra porque los vínculos que hoy formamos son débiles. A esta forma de relacionarnos, Zygmunt Bauman las llama “relaciones líquidas”, yo prefiero llamarlas, relaciones gaseosas.

Las relaciones gaseosas se caracterizan por la ausencia de un verdadero compromiso, que le permita al enamorado encontrar la completitud que necesita. Estas relaciones, tal como lo hacen los gases inertes, llenan nuestra vida de algo intangible, inoloro, incoloro con el otro. En ellas media la fugacidad del sexo intenso y la incertidumbre; o angustia si se quiere, del No-Futuro.

Lo triste, seguía pensando, es que ese amor gaseoso solo viene de grandes egos, faltos de deseo, porque cuando alguien ama desea; quiere ver y sentir al otro. Cuando existe un amor verdadero, el deseo será inevitable y el ego quedará en su mínima expresión. 

Pero quiero ser realista, opino que el problema ha sido la idealización del amor. Las relaciones humanas parten de un equivocado ideal, al pensar que el amor puede ordenar el caos; y esto no es verdad, pues el amor real es entrópico. La tendencia natural del amor es al caos y al desorden; y será trabajo de los enamorados activar el deseo para evitar la extinción del amor, su idealización y su entropía.

Dejé que mi amigo terminara con su libre asociación, y luego de tres tasas de café, le dije que estuviera tranquilo, pues él había insistido varias veces en ordenar su caos, y que en esta oportunidad no había nada más que hacer. Le expliqué que en las relaciones humanas es necesario poner límites, más aún, cuando ya habían entrado en esa época de final-inicio que caracteriza a las relaciones gaseosas.

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