Mientras finalizaba mi recuperación del COVID-19 en un hospital, fungiendo como enfermero de cabecera al cuidado de mis afectos, quienes, por la cercanía y su terquedad, también se infectaron de esta dura enfermedad, por mi cabeza pasaban sucesiones de pensamientos catastróficos y apocalípticos de todo tipo. No dejaba de pensar en la muerte, las vacunas, los movimientos anti-vacunas, el poder, las jugadas de la política nacional y los movimientos de la geopolítica en la frontera entre Europa y Rusia. En conclusión, pensaba en como las decisiones correctas o incorrectas podría ocasionar la muerte de una persona, una pandemia o una guerra nuclear.
(Ver: LA PESTE ECONÓMICA DE COLOMBIA DURANTE EL 2020)