Siendo el tiempo una secuencia infinita de sucesos, sin un principio y final determinado, podemos poner un origen en cualquier momento. En cualquier punto se puede empezar; y con la visión esperanzadora de nosotros los humanos, que tenemos la creencia de qué lo mejor está por llegar, podemos pensar que un nuevo inicio será mejor que el anterior. Pero, para qué eso no sea sólo una esperanza y sí una realidad, necesariamente debemos mirar atrás, entender qué hicimos bien y poderlo mejorar, o encontrar en qué nos equivocamos para evitar repetirnos. Debemos mirar atrás para agradecer, porque el agradecimiento debe ser una actitud y no una muletilla.