Angelina, ucraniana desde 12 años, aunque rusa de nacimiento; a sus 44 años vive como refugiada en Francia junto con sus tres hijos, sus ojos azules como la mitad de la bandera de su país, se ven cansados, en su pálido rostro resaltan sus pómulos rojizos quemados por el frío. Se aferra a su bebé de 9 meses, mientras sus otros dos hijos se aferran a su grueso cuerpo, como una manera de apaciguar el miedo del desplazado. Su esposo no pudo salir, se quedó en su país como parte de la reserva militar, no habla con él hace tres semanas; Angelina intenta sonreír como una manera de diferir la incertidumbre que le genera el no saber si su esposo fue llamado al frente de guerra.
Angelina trabaja medio tiempo en una empresa de manufactura, mientras sus hijos van a la escuela, como una manera de reconstruir su vida en un país que no es el suyo. Francia es uno de los países de la Unión Europea que ha acogido a los casi 6,8 millones de ucranianos que tuvieron que huir de su país desde el 24 de febrero de 2022, cuando las tropas rusas violentaron la frontera y volvieron a invadir a Ucrania. Una cifra comparada con las migraciones de Siria y Venezuela, que se llevaron (llevan) a cabo hace algunos años.
La última invasión de Rusia a Ucrania fue planea por el Kremlin como una operación rápida, es un conflicto que ha intensificado a punto en el que ningunos de los bandos, por lo menos en campo de batalla, parece avanzar. Esta acción produjo el rechazo generalizado de la comunidad internacional hacia el gobierno del presidente Putin, desencadenaron sanciones económicas contra Rusia. Además, generó el debate sobre el papel de la OTAN y la Unión Europea en la defensa de la seguridad regional. Pero más allá del aspecto militar, este conflicto tiene implicaciones geopolíticas, económicas y humanitarias sin precedentes.
En términos geopolíticos, la invasión ha creado una mayor polarización entre Rusia y Occidente, incrementado las divisiones preexistentes y debilitando la credibilidad de los organismos multilateral como elementos disuasores de la violencia, confluyendo en un reajuste en el equilibrio de poderes, con una Rusia como un polo emergente y desafiante en el escenario mundial.
Este conflicto ha aumentado la incertidumbre, la desconfianza y la volatilidad en los diferentes mercados financieros que operan en el globo, con un impacto negativo en los precios de la energía, el petróleo y en la economía mundial. Sin dudas, este conflicto mostró la vulnerabilidad energética de Europa y la dependencia que tienen del gas proveniente de Rusia.
Este conflicto ha resultado en una crisis humanitaria prolongada. La población civil es la que lleva la peor parte, pues ha profundizado la división social, dificultando la búsqueda de una solución pacífica; además, han planteado profundos interrogantes sobre los derechos humanos, las nociones de soberanía y autodeterminación de las naciones y la efectividad de la diplomacia multilateral actual.
Mientras que unos militares con sus divisas, distintivos, pasadores y charreteras juegan con tanquecitos de guerra sobre mapas que nunca visitaran, Angelina con sus tres hijos, como otros refugiados, intentan rehacer su vida cuarteada por la guerra, a la espera de una solución diplomática a un conflicto enquistado.
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