PREOCUPACIÓN

La separación de poderes es un principio fundamental en cualquier Estado con una democracia funcional y medianamente equitativa. Este principio, establece que el poder estatal debe estar dividido en tres ramas independientes: legislativa, ejecutiva y judicial. Cuando un solo órgano concentra el poder, existe el riesgo de que extralimite sus funciones, ignorando los derechos y libertades de los ciudadanos. Esta forma de gobierno actúa como un freno para evitar abuso de autoridad. Hoy en Colombia, la separación de poderes se encuentra en Riesgo y eso genera preocupación.

El exfiscal Barbosa fue vitoreado en muchos eventos gremiales a los que fue invitado, y con un talante caudillista y retrógrado, en sus tribunas, decía lo que muchos querían oír. La excitación emocional de los que no están contentos con el actual gobierno se podía medir con el nivel de aplausos que recibía. Barbosa, obnubilado por la felicitación, no paraba de decir improperios contra el presidente Petro, olvidándose que nuestro país se ha caracterizado, por mantener; por encima de los afectos, la moderación institucional.

Desde que el presidente Petro tomó el cargo, el fiscal actuó de manera imprudente, asumiendo un rol que no le correspondía, filtrando las investigaciones sobre la familia del presidente a la prensa, lanzando juicios hacia el presidente Petro y su hijo sin tener todo el material probatorio; incluso, llegó a desconocer la dignidad del presidente al decir qué “Petro no representaba la institucionalidad”. ¡Qué actuación tan vergonzosa!

El presidente Petro, con su popularidad en caída libre, ha decidido no gobernar más para empezar a hacer campaña, con miras a las elecciones del 2026. Su estrategia ha sido la victimización, y el comportamiento del exfiscal le ha dado argumentos para decir que “lo quieren bajar”. Con ese el objetivo claro, el presidente empezó a mover a sus bases y grupos afines, buscando algún respaldo ciudadano, para presionar la opinión en su favor. Ha invitado a sus partidarios a realizar marchas y salir a la calle, para presionar al congreso, y a la corte suprema de justicia, a tomar decisiones que le sean afines a sus intereses.

Esta semana, la Corte Suprema de Justicia, se reunió para elegir el reemplazo de Barbosa. El mismo día, el presidente incitó a sus grupos afines a una marcha, con el fin de presionar a la corte a elegir; de la terna previamente presentada por el ejecutivo, una fiscal que le permita al jefe de estado “dormir más tranquilo”. En un país con clara separación de poderes es inaceptable esta presión a la corte, más aún, cuando esa marcha se mostró violente hacia la máxima representación del poder judicial. 

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