El nueve de abril de
1948 a la 1:05 de la tarde en el corazón del centro histórico de Bogotá, es
asesinado de 3 tiros en su espalda el prestigioso abogado colombiano Jorge
Eliecer Gaitan. El asesinato fue ejecutado por un joven esquizofrénico: Juan
Roa Sierra; quién minutos después de haber dado muerte al líder político, es
capturado, linchado y posteriormente asesinado a vulgares palazos por la turba
enfurecida quién lamentaba el crimen de Gaitan. Sierra Roa; inconsciente y con
su cara hinchada, es arrastrado hasta el frente del palacio presidencial.
Para ese año el
presidente de Colombia era Laureano Gómez y el país se preparaba para las
nuevas elecciones presidenciales, la sociedad se encontraba dividida entre los
dos tradicionales partidos que hasta ese momento gobernaban: Se era liberal o
se era conservador, no había espacio para una posición política diferente. Jorge
Eliecer Gaitan era un líder que lograba mediante su carisma popular y su
discurso locuaz, convocar grandes multitudes que se excitaban cada vez que lo
escuchaban.
Lo particular y lo
que pocos saben de esta historia, es que, para ese día, en la ciudad de Bogotá
se encontraba Fidel Castro; pues esa misma tarde tenía una cita política con el
mártir liberal. Sí, Fidel Castro, el eterno dictador cubano, el mismo que creo
el G2, el mismo quién se encargó de diseminar por toda Latinoamérica estela de
miseria, hambre y muerte del Marxismo-Leninismo Ruso.
Castro, para ese
entonces, era un brioso Joven militante del partido comunista cubano; quién
después del asesinato del líder liberal, se uniformó con el vestido oficial de
la policía colombiana y portando un fusil, iba por las calles animado mediante
arengas a la turba quién ya se dirigía arrastrando un despojo humano hacia el
Palacio de Gobierno.
La conmoción en la
ciudadanía bogotana por el asesinato de Gaitan fue tan grande, que una caterva
de esbirros, empezaron a asaltar almacenes agropecuarios para tomar las
herramientas agrícolas como armas y las pocas estaciones distribuidoras de
combustible fueron asaltadas para utilizar el líquido inflamable en el incendio
a edificaciones públicas, generándose un estado anarquía absoluto. Este
magnicidio será conocido en la historia de Colombia como el Bogotazo, partiendo
la historia de Latinoamérica en dos, pues años más tarde costaría miles de
muertos.
El 18 de agosto de
1989 a las 9:20 de la noche; en Soacha un pequeño municipio vecino de Bogotá, a
la edad de 45 años, es asesinado por orden del narcotraficante Pablo Escobar,
el carismático político liberal Luis Carlos Galán Sarmiento. Escobar y su
ejército de bestias asesinas a sueldo, vieron en Galán un líder político con
vocación de poder y cuyo único pecado fue alertar a Colombia del peligro
inminente que se venía por la creciente relación entre el narcotráfico y el
poder; así como los dineros producto de rentas sucias de ese negocio iban
invadiendo la política nacional, corrompiendo todo: El poder Legislativo, el
poder judicial y finalmente; como se comprobaría más tarde, el poder ejecutivo.
Cuando Galán se
disponía a dar uno de sus habituales y firmes discursos de campaña en la plaza
principal del Soacha, frente a las cámaras de televisión; ráfagas de
subametralladoras mini Uzi retumbaron en repetidas ocasiones impactando en la
humanidad del líder político, causando consternación en el país, quién con
lágrimas de nación observaba la muerte de su futuro presidente. Sin lugar a
dudas, el día en que asesinan a Galán nació un mártir Nacional.
El 26 de septiembre
del 2020; en la portada principal del diario El tiempo, se revela la existencia
de un plan para atentar contra la humanidad el presidente Iván duque Márquez y
su familia. Según menciona el diario, una fuente humana de alta credibilidad se
acercó inteligencia del ejército de Colombia, para alertar del posible
atentado; agregando, que fuerzas oscuras extranjeras en contubernio con
reductos narcoterroristas de las antiguas FARC, contrataron a un ciudadano ruso
y otro israelí, con entrenamientos tácticos para efectuar el magnicidio.
Casi un año después,
durante la tarde del viernes 25 de junio, cuando el helicóptero Black Hawk de
la fuerza aérea de Colombia (FAC) transportaba al presidente Duque en compañía
de una comitiva de personajes ilustres, quienes se dirigían para atender unos
actos políticos en la ciudad de Cúcuta, norte de Santander; es atacada la aeronave
presidencial minutos antes de aterrizar. Por fortuna, el presidente y todos los
pasajeros a bordo salieron ilesos del ataque.
Este hecho, deja
claro que realmente existe un interés de asesinar al presidente y mediante
un plan terrorista, financiado por dineros del narcotráfico, desestabilizar el
país y derrocar la institucionalidad. Los hechos de violencia sistemática,
programada y planeada que se dieron contra toda la institucionalidad, en
diferentes partes de la geografía, en el marco de las protestas del Paro
Nacional, suman argumentos a esta hipótesis, entre tanto, las fichas
aparentemente inconexas del rompecabezas empiezan a encajar dando forma y
develando la real imagen del plan superior que se lleva a cabo.
Por increíble que
parezca desde hace mucho tiempo existe un magnicidio sistemático, un magnicidio
Colombia, en el que intereses lóbregos y dineros del narcotráfico, intentan
asesinar a nuestros líderes, aprovechándose de nuestra demencia y la amnesia
social que padecemos, para hacernos dudar de la institucionalidad que creamos,
aunque imperfecta, es nuestra y estamos en la obligación de cuidarla y
defenderla.
Es importante no olvidar que antes de posiciones políticas, debe primar nuestro imperfecto proyecto de Nación, así como el modelo económico de producción que decidimos implementar, que a pesar de sus imperfecciones, ha demostrado ser mucho mejor que otros, han obligado a ir a su población de país en país, pidiendo un mendrugo de pan. Finalmente quiero recordar la frase célebre de Galán: "Por Colombia, siempre adelante, ni un paso atrás y lo que fuere menester sea".
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Siempre son oportunos tus escritos, prácticos y claros.
ResponderEliminarExcelente!!! Siempre aprendiendo de tus intachables blogs. Abrazos ingeniero.
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