El 23 de enero de 2020, la pequeña ciudad de Wuhan decretaba; muy al estilo chino, una cuarentena estricta debido a la detección de una particular clase de neumonía hasta la fecha desconocida por el sistema de salud chino y del mundo en general. Se dijo que el origen de ese extraño brote tenía su origen en el mercado local donde se comerciaban; en las más bajas condiciones de higiene, mariscos, pescados, serpientes, murciélagos y hasta tiernos pangolines; que servían para satisfacer la folclórica y típica mesa del país asiático.
En menos de quince días, lo que parecía un problema local, se fue transformando en una peste que rápidamente se expandió por el mundo, de tal manera que el siguiente país en decretar el encierro de su población para evitar contagios en masa fue Italia, luego se propagó a Francia y posteriormente el resto de Europa, América y la mayoría de países de occidente. El mundo no se imagina la tragedia que se venía.
Un año después de las nefastas noticias de Wuhan, por culpa del COVID19 han muerto cerca de 2,2 millones de personas y el negativo efecto sobre la economía global es mayor que el que se padeció durante la crisis de los años 2008 y 2009. El Banco Mundial estableció que la caída en la producción global (PIB) fue cercana al 4,2 % lo que desembocó; según el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en la pérdida de 255 millones de empleos. Es decir, se afectó de igual manera la producción y el consumo, fue un choque económico que afectó a la oferta y a la demanda. En buen romance para explicarme mejor: Nadie vendía y nadie compraba. Para resumir, sin entrar en exageraciones, de todas las recesiones mundiales ocurridas desde 1990, la provocada por la COVID-19 ha generado la baja más rápida y pronunciada en los niveles de la riqueza mundial.
De acuerdo con el informe de la OIT; y seguramente es la esperanza de todos, si se controla adecuadamente la pandemia, muy probablemente se recuperará la confianza de los consumidores y, por ende, se reactivará la producción de las empresas y los países, lográndose regresar en economía a los niveles pre-pandémicos. Por lo tanto, la prioridad es muy clara: Hay que empezar cuanto antes la vacunación.
Durante la génesis de esta pestilencia, se hizo evidente que para poner fin a esta crisis mundial no solo es necesaria una vacuna, sino también, garantizar que todos los países del mundo tengan acceso a ellas. Es muy importante; por no decir esencial, que las vacunas lleguen de manera equitativa, proporcional y con alta coincidencia temporal, tanto a países desarrollados como a países en vía de desarrollo o subdesarrollados. Esto es una demostración clara de que la producción y distribución de las vacunas es una necesidad de carácter estratégico y económico.
Hoy la respuesta mundial a semejante desafío es el Mecanismo de cooperación internacional COVAX. Este es un mecanismo de colaboración mundial, único y extraordinario cuenta con la participación de 172 países y permite realizar negociaciones en bloque con las farmacéuticas para adquirir las vacunas COVID-19 a un precio razonablemente más bajo que si la negociación la realiza cada país de manera individual, pues aprovecha las económicas de escala que se pueden lograr cuando varios países, de manera cooperada, realizan los encargos.
El COVAX, sin lugar a dudas, representa la mejor esperanza del mundo para llevar esta pandemia a su final, cumpliendo el objetivo superior de salvar el mayor número de vidas, y consecuentemente, lográr la estabilización de los sistemas de salud y dar el impulso para la necesaria e imperiosa recuperación económica mundial. Ojalá; esta alternativa, sirva de ejemplo para lograr otros objetivos de interés global como la sostenibilidad ambiental y la disminución de los efectos del cambio climático.
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Y continuando con las buenas decisiones, es increíble que hoy después de tantas muertes por COVID, aun personas no se quieren vacunar y siguen pensando que es una conspiración, con la cantidad de muertes diarias, los que ya se fueron hubieran dado todo por estar vacunados y haber sopesado la enfermedad con algo en el cuerpo ayudando a compensar y así evitar llegar a las UCI, no es solo ciencia, es simple sentido común: cuanto más personas inmunizadas hay, menos posibilidad tiene el virus de circular. Sigue escribiendo para que los antivacunas recapaciten y de alguna manera se vacunen.
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