Cerrando el aciago 2020 e inaugurando el primer tercio del siglo XXI, vale la pena analizar de manera objetiva, el expediente de fracasos o éxitos de la humanidad en este lapso. Lo importante es no caer en los extremos: evitar el inocente deslumbramiento del año 2000 así como el frustrante pesimismo que nos deja el 2020.
Hasta ahora este siglo ha estado lleno de frustraciones y desengaños. Dejando de lado cualquier postura moralista, estaremos de acuerdo en que muchas personas afrontan el futuro con temor y; en los tiempos actuales, la confianza es Un sentimiento exclusivo de las mentes vírgenes.
El año 2000 llegó con una exaltación generalizada, los diarios emitían sus editoriales rimbombantes y pomposos, llenos de ilusiones y acompañados de un espíritu triunfalista típico de los occidentales. La palabra de moda fue “Milenio” y fue el apellido que acompañaba el nombre de cualquier novedad: TransMilenio, Economía del Milenio, la política del Milenio, Negocios del Nuevo Milenio, entre otros.
A nivel comercial, el milenio, solo podía ser entendido con una palabra:
“Globalización”. El objetivo era crear un único mercado global, donde las
personas, sin importar el lugar o cultura, consumieran lo mismo y pudieran
pagarlo. Era la época de la integración comercial; sin embargo, el planeta no
se imaginaba lo catástrofe ambiental que este experimento del mercado podía
generar.
La crisis financiera mundial del año 2008 y la peste del COVID-19 durante
el 2020, evidenciaron un secreto a viva voz: Una mayor interdependencia implica
un mayor riesgo de contagio, no importa si este es de origen financiero o
biológico.
En los últimos 20 años nuestra manera de relacionarnos presentó cambios
importantes, por no decir revolucionarios. Copular y educarnos son actividades
cada vez más “virtuales”. El algoritmo se convirtió; gracias a su ubicuidad
etérea, en el medio y en el mensaje, es el espía y el espiado y todas las
actividades al mismo tiempo. Las redes sociales se convirtieron en la nueva
plaza pública del elector y del elegido. Hoy no se gobierna, se “twittea”.
Con el internet apareció también una nueva forma de hacer la guerra y
generar terror. Aparecieron actores subversivos cuya táctica de guerra es crear
desinformación de manera masiva, mientras que otros más expertos realizan
ciberataques. Ambos métodos crean paranoia y confusión.
A nivel económico, China empezó a tener relevancia, cuando hacia finales
del 2001, ingresó a la Organización Mundial del Comercio. ¿Qué hubiese sido de
la economía global en la década pasada sin el impulso de demanda que jalonó el
gigante asiático cuya industrialización sacó de la pobreza a millones de
personas? Nadia podría imaginarlo.
(Ver: LA PESTE ECONÓMICA DE COLOMBIA DURANTE EL 2020)
Fue tal la importancia de China en la economía global, que Estados Unidos
la empezó a mirar con “ojos rasgados” cuando la mayoría de empresas americanas
instalaron sus fábricas en Shangai y Guangdong; y sus dólares empezaron a
fugarse a raudales hacia las arcas del país del dragón. Esto ha generado
tensiones diplomáticas entre las dos naciones y ha montado la cotización del
dólar en una montaña rusa difícil de predecir.
Con el Milenio, también llegó el euro, símbolo de la consolidación del
proyecto económico europeo y la amplitud geográfica de los países del antiguo
continente. Un español ya no es español, es un ciudadano europeo, por lo tanto,
gozará con los mismos derechos laborales, independientemente, del país de la
unión en el que se ubique o trabaje.
Pero la crisis del 2008 dejó en evidencia la forma como algunos países de
la comunidad europea sostenían sus económicas con los aportes de otros Estados.
Esta situación, sumada a las presiones migratorias que vivió Europa debido a la
guerra en Siria, derivo en el Brexit de la Gran Bretaña. Por primera vez un
estado miembro decide abandonar la Unión Europea.
Esta división económica, llega en el momento menos oportuno, pues el
baricentro de la economía mundial se está moviendo hacia el pacífico, y Europa
(su moneda) debería mostrar una fortaleza soportada en los aportes de la unión.
El cambio climático es real, es la principal preocupación de las naciones
Unidas para el siglo XXI. Las emisiones globales de CO2 han seguido aumentando
cada año y la extensión mínima del hielo ártico se ha reducido prácticamente a
la mitad. Hoy China es el responsable del 28% de las emisiones del contaminante
gas, mientras que Estados Unidos produce el 15%.
En contraposición, recordando la premisa inicial de no ser tan pesimistas, vale
resaltar que entre el año 2001 y el 2019, la esperanza de vida global pasó de
los 67 a los 73 años; a pesar de la cantidad de muertes que ha ocasionado la
peste del COVID-19, se logró desarrollar la vacuna a esta mortal enfermedad en
menos de un año, dejando claro que el 2020 fue el año de la ciencia.
No se podrá negar que este último fue el año de la ciencia en el que las
palabras más escuchadas fueron: biología, estadística, virología, economía,
epidemiología y medicina. Este año permitió resaltar-a la fuerza-la importancia
de invertir en investigación básica y aplicada.
¿Se imagina usted qué hubiera sucedido si la actual pandemia hubiese
aparecido hace 20 años, cuando no disponíamos de las tecnologías necesarias
para cuidar a los principales sectores económicos?
En lo que llevamos del milenio hemos tenido avances enormes en tecnología y
biotecnología, se han aumentado la capacidad de procesamiento y las
posibilidades de comunicación de una manera inimaginable hace dos décadas.
Hemos mejorado los sistemas de atención sanitaria y se han avanzado en el
tratamiento de muchas enfermedades mediante las células madre. ¡Eso no se puede
negar!
Es claro que la humanidad ha tenido muchos aciertos, pero no podemos negar
que en muchos países aún persiste el drama de la guerra, en el globo los
gobiernos tiránicos han ido en aumento y en algunos lugares aún existe la
esclavitud y la jerarquía de castas. Pareciera que damos dos pasos adelante y
diez atrás.
Persisten los desafíos, debemos garantizar que los diferentes polos de
comercio que se están forjando pueden ser compatibles entre sí y pueden
trabajar de manera cooperativa con el objetivo de mantener la paz mundial,
dependerá de nosotros y nuestros gobernantes, sin embargo, desde la última
década, la humanidad se siente cada vez más decepcionada en la globalización y
su impacto en los empleos locales, las personas se cansaron de que las pérdidas
financieras privadas sean democratizadas y pagadas con los impuestos y que los
gobiernos sean elegidos de manera democrática para tornarse en tiránicos que
acaban con los sistemas de justicia, en resumen, la experiencia hasta hoy nos
deja claro que el siglo XXI ha sido bastante decepcionante.
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