Sorprende el protagonismo que algunos medios de comunicación; por capturar la “chiva” noticiosa del año, le dan a integrantes del recién formado grupo “Primera Línea”. Abren los micrófonos de sus medios a personas, presumiblemente jóvenes, con rostros cubiertos por un capuz y armados con espontáneos escudos, palos afilados y hasta con filosos machetes.
particular
extrañeza esa amplitud de los medios de comunicación con un grupo de neocavernícolas, que han generado el caos
en las principales ciudades de Colombia; en medio de una coyuntura que juntó
los efectos de una la larga pandemia con el embate de protestas sociales
violentas, bloqueos de vías y vandalismo
de los bienes públicos afectándose así el crecimiento y la sostenibilidad
económica del país.
El vandalismo y la
destrucción generalizada que este grupo ha producido en muchas ciudades grandes
y pequeñas de Colombia, ha atemorizando a los empresarios, comerciantes y al
sistema financiero en general que no han podido recuperar plenamente su
actividad económica por las fuertes protestas violentas impulsadas por esta
caterva de facinerosos.
Las personas que
hacen parte de la “Primera Línea” son una mezcla entre un hincha de las barras
bravas de cualquier equipo de futbol y el alter ego de un influencer en su máxima degeneración. Se caracterizan por el
constante consumo de drogas y la ausencia de una visión de futuro.
Este grupo posee un
lenguaje basto, agresivo, determinado por típicas frases como “abajo el capitalismo” y “fuera los políticos corruptos”; dejando
ver su bajo o nulo nivel educativo y su pobreza intelectual, mostrando de paso,
el por qué nunca tienen una propuesta real que permita un verdadero desarrollo
social.
Fueron los
responsables de sitiar ciudades capitales, de hacer ataques sistemáticos a la
infraestructura pública en Bogotá, Medellín y Cali, así como en otros
municipios cercanos a estas ciudades. Por sus métodos no convencionales para
bloquear las ciudades ya falleció; en Bogotá, el ingeniero Cristián Camilo
Vélez y en sus acciones violentas, intentaron quemar vivos a un grupo de
policías.
No son un grupo
romántico de jóvenes inconformes con El Gobierno, no; son un grupo terrorista
urbano que cuyo modus operandi es una réplica exacta del actuar de los
colectivos bolivarianos o de las milicias urbanas del ELN.
Por eso ante su
irracional actuar, uno no deja de preguntarse ¿Quiénes son los de la primera
línea para ser merecedores de la atención nacional? ¿Si no tienen nada bueno
que aportar a la sociedad, cuál es su mérito? ¿A qué líderes quieren proteger
cubriendo su rostro? ¿Son políticos o tienen aspiraciones políticas? ¿Son
delincuentes comunes acostumbrados a dañar la sociedad y están aprovechado el
momento para conseguir sus objetivos? Aún no sabemos.
Pero es claro que la
sociedad no debe permitir que este tipo de grupos cojan más fuerza y ganen más
protagonismo del que ya obtuvieron mediante el terrorismo urbano; lo cierto es
que mientras el gobierno o los mandatarios locales los romanticen y empoderen,
la “Primera línea” se creerá con autoridad para amedrantar a la sociedad.
Colombia es un estado
de democrático, donde existen; por lo menos en teoría, la independencia de
poderes; por lo tanto, el gobierno central y local deben garantizar la
seguridad, movilidad y derecho a la libre empresa de los ciudadanos; y ante una
amenaza de este tipo deberá desplegar todo la fuerza coercitiva de los
organismo de seguridad.
Al mismo tiempo, el congreso deberá legislar
para establecer el marco jurídico que le permita a la institucionalidad actuar
de manera adecuada –no proporcional– para controlar el terrorismo urbano
claramente diferenciado de la protesta social legítima.
De igual manera, el
poder judicial, operando de manera coordinada con la fiscalía, cuando se
realicen las capturas a las que haya lugar con el fin de neutralizar esta
amenaza terrorista, realice los juicios respectivos de los acusados con medidas
privativas de la libertad que puedan; mientras el acusado es o no vencido en
juicio, servir como elemento disuasivo para los demás secuaces.
Es imperativo que el
país endurezca las penas contra el vandalismo, el terrorismo urbano, los
bloqueos, la destrucción del patrimonio público; pues el crecimiento económico
es una consecuencia directa; entre otros aspectos, de la seguridad democrática,
la real aplicación de justicia y la prevalencia del orden social.
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Te felicito tienes un gran don para plasmar lo que creas en la mente lo haces muy bien, me gusta leerte indiferente del tema que escribas, siempre eres objetivo, critico y muy respetuoso. No te detengas.
ResponderEliminarGracias al grupo de la primera línea y todas las movilizaciones sociales que han logrado, tenemos escasez en alimentos, se acaba con la vitalidad de las ciudades y seguimos en decadencia.
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